Reseña: Voces Inocentes

Angeles Zúñiga
3 min readDec 30, 2020

--

Bajo la lluvia, unos pies pequeños y empapados caminan con agotamiento. Unos soldados, cargados de armas y equipo acompañan a un grupo de niños bajo la lluvia, escoltandolos hacia lo que es probablemente su destino final. Esto es la norma cuando se vive en una guerra civil, y los niños son reclutados y abusados para servir en el ejército. Voces Inocentes es una representación trágica sobre la vida en las zonas de guerra entre la guerrilla y el ejército en el Salvador, durante la Guerra Civil. La película es dirigida por Luis Mandoki, y fue estrenada en el año 2004.

Al comenzar la película, se conoce al personaje principal. A lo largo de la película escuchamos sus pensamientos en forma de narración protagónica. Se trata de Chava (Carlos Padilla), un niño de 11 años quien vive en un pueblito en el que usualmente hay enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército. Chava simboliza la inocencia perdida de los niños que viven en situaciones de alto riesgo. Al principio de la película es notable que él es inocente, cuando por ejemplo dice que ya es el hombre de la casa, “pero primero tenía que ir a hacer pipí”. Este contraste entre la seriedad de estar a cargo luego de la partida de su papá, y el hecho de que entra corriendo a la casa porque quiere usar el baño demuestra que el entiende de manera superficial la responsabilidad que conlleva cuidar de su familia, sin embargo aún no ha internalizado lo que eso significa a gran escala, y que el hecho de que su madre lo dejó a cargo fue probablemente una táctica para invitarlo a madurar y ser más responsable.

Gradualmente, a medida que pasa la película, se ve que distintas ocasiones hacen que la inocencia de Chava se desvanezca, y a pesar de que estas circunstancias lo hacen resiliente y responsable, no queda duda de que este crecimiento es forzado y acarrea consecuencias psicológicas severas. Por ejemplo, cuando hay un tiroteo fuera de su casa, Chava rápidamente asume el rol de proteger a sus hermanos, sobretodo al menor y logra distraerlo temporalmente con un labial. Esta acción demuestra que Chava es lo suficientemente maduro como para controlar su propio miedo con el fin de hacer que su hermano se sienta protegido, una acción totalmente extraordinaria para un niño de once años.

De una manera más tangible, la inocencia también se pierde con el paso del tiempo y la edad. El momento más temido por Chava y su familia es su cumpleaños número doce, a esa edad los niños del pueblo son reclutados y convertidos en francotiradores. A partir de este momento, los niños no son tratados como tal; se les maltrata, se les dan armas y órdenes de matar. Lo más peligroso de esto es el aspecto de adoctrinación. Los niños crecen en este ambiente en el que están convencidos de que se debe matar al “enemigo” por el bien de la patria, cuando la realidad es que ellos no tienen idea de por quién o qué están peleando.

En esta película la inocencia sí existe, sin embargo, la esencia de la película está en la pérdida gradual de esta. El estar obligado a lidiar con situaciones peligrosas y que requieren madurez que va más allá de lo que puede hacer un niño de doce años hacen que Chava se convierta en otra victima de un sistema que destruye vidas, no solo por medio del asesinato pero también por el robo de la juventud y la inocencia.

--

--

Angeles Zúñiga

Taking a multidisciplinary approach to life. Education, film, sustainability and travel.